DÍA DE LAS ESCRITORAS
Desde el IES Torreserena queremos homenajear a todas las mujeres escritoras que "a contracorriente" lucharon por ganarse el derecho a escribir y publicar, a las que nunca se les ha tenido en cuenta el esfuerzo titánico que hicieron para ser quienes llegaron a ser. También queremos extender nuestro homenaje a todas las mujeres que aún hoy en día siguen luchando por conseguir un mundo más igualitario, a las que escriben y a las que lo harán.
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María José Castillo Robles, autora de "María Teresa León, crítica literaria: Feminismo y compromiso". |
Entre todas las escritoras, felicitamos muy especialmente a nuestra compañera María José Castillo Robles, quien acaba de publicar un nuevo libro, fruto de su trabajo de investigación: "María Teresa León, crítica literaria: Feminismo y compromiso." ¡Muchas felicidades, amiga!
¿POR QUÉ?
El Día de las Escritoras nació en el año 2016 para reivindicar la labor y la trayectoria de las escritoras tantas veces relegadas a un segundo plano a lo largo de la historia.
La fecha escogida es el lunes siguiente al 15 de octubre, fecha en la que se conmemora la festividad de Teresa de Jesús, fundadora de la Orden de Carmelitas Descalzas.
Teresa de Ahumada (1515-1582), nombre de nacimiento, fue una gran mística que se distinguió por lo elevado de su pensamiento y por la belleza literaria de sus escritos.
¿ERA NECESARIO?
Un poco de historia....
Era el 29 de diciembre de 1836 cuando una joven profesora, ilusionada con los poemas que había escrito, decidió enviar su mejor material a un referente de su época, el poeta Robert Southey, y pedirle su opinión sobre si creía que aquellos eran poemas dignos de ser publicados.
Al cabo de tres meses le llegó su respuesta, aunque no era la que ella esperaba. No porque calificara negativamente su material, sino porque el poeta, que consideró irrelevante el trabajo de la profesora, dijo:
"La literatura no puede ser asunto de la vida de una mujer, y no debería ser así."
La profesora no se dejó vencer por la hostilidad de su "colega" y decidió publicar igualmente. Lo hizo bajo un seudónimo. Tal fue su éxito que hoy conocemos a aquella profesora como uno de los grandes referentes de la historia de la literatura: Charlotte Brontë.
Y ése no fue el único caso. Hay una larga lista de escritoras que tuvieron que sobrevivir a la censura y el machismo mediante el uso de seudónimos: las hermanas Brontë (Charlotte, Emily y Anne), Amantine Aurore Dupin, Matilda Cherner, Mary Anne Evans, Cecilia Böhl de Faber, Colette, Louisa May Alcott, Mary Shelley, Carmen de Burgos, J.K. Rowling, ...
¿AÚN NO ES SUFICIENTE? HABLEMOS DEL RINCÓN DEL OLVIDO.
No tuvieron grandes retratos oficiales, privilegio reservado a hombres, pero desafiaron las reglas y cuestionaron el orden dominante para levantar obras poderosas aunque ignoradas.
Escribieron sobre los temas que les inquietaban y les preocupaban. A menudo, muy distintos a los temas sobre los que escribían los hombres. A cambio, soportaron desaires y humillaciones, vieron cómo sus libros quedaban, en el mejor de los casos, reducidos a títulos secundarios. En otras ocasiones, arrugados y tirados a la basura de la desmemoria.
Algunas fueron ignoradas tras su muerte, pero en vida consiguieron abrirse un hueco a codazos, publicar y dejar constancia de que tenían una voz propia, algo que decir más allá de los silencios complacientes y las sonrisas decorativas a las que estaban destinadas por su condición de mujeres.
En la biografía de muchas de ellas tenemos ejemplos de libertad. Otras han quedado relegadas a la sombra de sus parejas. Muchas se sintieron obligadas a escribir bajo seudónimo: fueron ninguneadas o reconocidas siglos más tarde.
Las mujeres no han tenido fácil destacar en el campo de las letras. Pero algunas de ellas, a pesar de todo, han marcado la historia de la literatura universal.
Sin duda, hay que reconocer a todas ellas como piezas fundamentales del reconocimiento literario que, en la actualidad, gozan las literatas.
Sin embargo, aún quedan muchas voces femeninas que descubrir e investigar. Muchas más de las que actualmente conocemos, que esperan a ser rescatadas y liberadas, como decía Cernuda, "de allá, allá lejos, donde habite el olvido."
Si quieres conocer a algunas escritoras del siglo XIX, cuando escribir no era cosa de chicas, pincha AQUÍ
Y si, además, quieres saber lo mucho que pasaron algunas otras en el siglo XX, el sitio es AQUÍ
¿QUÉ PASA CON LOS LIBROS DE TEXTO?
En España, los propios maestros reconocen que son pocas las autoras que aparecen en los libros de texto aunque muchos aseguran que, por iniciativa propia,
acaban ampliando la historia de muchas de ellas pese a estar fuera de temario.
Así, se incluyen autoras como Emilia Pardo Bazán o Rosalía de Castro, pero se
dejan de lado detalles como, por ejemplo, que buena parte de las obras que se
atribuyen a Gregorio Martínez Sierra, hoy olvidado pero que fue escritor de
éxito durante la primera mitad del siglo XX, eran en realidad de su esposa,
María Lejárraga.
Y...¿SI HABLAMOS DE PREMIOS?
Aunque las escritoras cosechen buenas críticas en los lanzamientos de las
novelas, en los ‘rankings’ con los mejores libros que se hacen a final de cada
año las mujeres no están. A pesar de que hay muchas mujeres
escritoras con éxito en España el Premio Nacional de Narrativa lo ganó una
mujer (Carme Riera) por última vez en 1995. Llevamos 21 años en el que cada año
se lo lleva un hombre.
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María Zambrano, primera mujer Premio Cervantes |
Otro ejemplo es que el Premio Cervantes, el más importante de
literatura en lengua castellana, sólo se ha concedido en cuatro décadas a
4 mujeres frente a 37 hombres: María Zambrano (1988), Dulce María Loynaz (1992)
Ana María Matute (2010) y Elena Poniatowska (2013).
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Louise Glück, Premio Nobel de Literatura, 2020.
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Algo similar ocurre con
el Premio Nobel de Literatura, que desde su creación en 1901 hasta
2020, ha premiado a 16 mujeres frente a 100 hombres. Hace unos días, el 8 de octubre del 2020, se lo concedieron a Louise Glück, una profesora de inglés, por "su inconfundible voz poética que con una belleza austera hace universal la belleza individual."
Para saber más sobre las 16 mujeres ganadoras de un Premio Nobel de Literatura, puedes pinchar AQUÍ
Hablamos de Louise Glück en este ENLACE donde también puedes leer algunos de sus poemas.
Y, SIN EMBARGO, ...
"Y, sin embargo, desde tiempos remotos las mujeres han contado historias, han cantado romances y enhebrado versos al amor de la hoguera. Cuando era niña, mi madre desplegó ante mí el universo de las historias susurradas, y no por casualidad. A lo largo de los tiempos, han sido sobre todo las mujeres las encargadas de desovillar en la noche la memoria de los cuentos. Han sido las tejedoras de relatos y retales. Durante siglos han devanado historias al mismo tiempo que hacían girar la rueca o manejaban la lanzadera del telar. Ellas fueron las primeras en plasmar el universo como malla y como redes. Anudaban sus alegrías, ilusiones, angustias, terrores y creencias más íntimas. Teñían de colores la monotonía. Entrelazaban verbos, lana, adjetivos y seda. Por eso textos y tejidos comparten tantas palabras: la trama del relato, el nudo del argumento, el hilo de una historia, el desenlace de la narración; devanarse los sesos, bordar un discurso, hilar fino, urdir una intriga. Por eso los viejos mitos nos hablan de la tela de Penélope, de las túnicas de Nausícaa, de los bordados de Aracne, del hilo de Ariadna, de la hebra de la vida que hilaban las moiras, del lienzo de los destinos que cosían las nortas, del tapiz mágico de Sherezade. Ahora mi madre y yo susurramos las historias de la noche en los oídos de mi hijo. Aunque ya no soy aquella niña, escribo para que no se acaben los cuentos. Escribo porque no sé coser, ni hacer punto; nunca aprendí a bordar, pero me fascina la delicada urdimbre de las palabras. Cuento mis fantasías ovilladas con sueños y recuerdos. Me siento heredera de esas mujeres que desde siempre han tejido y destejido historias. Escribo para que no se rompa el viejo hilo de voz."
Vallejo, Irene (2019). "El infinito en un junco". La invención de los libros en el mundo antiguo. Madrid: Siruela. Biblioteca de Ensayo, 384-385